21-01-2008

Ultimate Quesada

Esto fue escrito por el amo del http://www.calabozodelandroide.cl/ultimate-quesada/



Ultimátum a la Tierra
Hay ocasiones en que desearía escribir sobre cosas simples, por ejemplo comentar un Haiku del gran Matsuo Basho, pero no, tengo que meterme en líos como reseñar la Infinita saga del Infinito de Jim Starlin o ahora, la línea Ultimate de Marvel Comics. Pero bueno, como reza la característica frase medio-murmurada con resignación por los vaqueros de las viejas películas del oeste: “man’s got to do what a man’s got to do.”

El ascenso de Quesada
Así como en la escuela nos enseñaron que el asesinato del archiduque Francisco Fernando (heredero del trono austriaco) fue el evento detonante de la Primera Guerra Mundial debo, en mi calidad de notero informado y responsable, averiguar que motivó el advenimiento de esta nueva entelequia conocida como Universo Ultimate. De acuerdo a mis investigaciones el equivalente al archiduque (cuya sola mención hace que resuene en mis oídos los contagiosos riffs de Take me Out) es Joe Quesada, que si bien no ‘inventó’ la línea Ultimate (Ultimate Spider-Man y X-Men ya estaban planeados cuando él asumió el mando de la casa de las Ideas) sí supo potenciarla al máximo. Supuestamente la línea Ultimate fue creación de Bob Harras, pero, cómo señala esa eminencia que es Martin casanova, editor de Comiqueando: “Los dos minutos que duró Harras al frente del Universo Ultimate nos hace dudar de cuán involucrado estuvo con el proyecto.” Quien realmente estaba detrás de la línea Ultimate era el flamante Presidente de Publicaciones y Nuevos Medios de Marvel, Bill Jemas, muy bien asesorado por Joe Quesada.

Ahora bien, Jemas despidió a Harras y puso en su puesto al competente Joe, el cual bien podría haber cancelado la línea Ultimate en su nuevo rol de Editor en Jefe (o al menos convencido a Jemas, que vemos cuanto caso le hacía, de hacerlo), pero gordinflas es listo, no tanto como Tony Stark o Reed Richards, pero sí lo suficiente cómo para capitalizar Ultimate de la mejor forma posible, creando expectación entre los lectores y haciendo de esta línea algo sorprendente e impredecible, con títulos que a diferencia de los viejos, permanentemente te dejan con ganas de más, y ciertamente no ‘más de lo mismo.’

¿Y quien diablos es Joe Quesada?
Yo no supe de la existencia de éste sujeto sino hasta 1996 cuando adquirí X-Factor
#92 (Julio 1993) enmarcado dentro de la saga Atracciones Fatales cuyos dos puntos más notables son la incorporación de Coloso a los Acólitos y la extracción del adamantium del esqueleto de Wolverine por parte de Magneto. A cargo del guión de este cómic estaban Scott Lodbell y nuestro amigo Joe, quien también se hizo cargo de los lápices y que en aquella época de seguro ni imaginaba que llegaría a ocupar el puesto de Editor en Jefe de Marvel.

Joe es neoyorquino de nacimiento y vivió en Queens durante toda su infancia y asistió a la School of Visual Arts donde se graduó de ilustrador. En 1991 obtuvo su primer trabajo de colorista en Valiant Comics y su primer trabajo de dibujante en DC. De inmediato se le encomendaron importantes proyectos como recrear a The Ray, co-crear junto a Denny O’Neil a Azrael y rediseñar el traje de Batman. Pronto el bueno de Joe se halló a si mismo trabajando para casi todas las editoriales importantes. En 1994 cofundó Event Comics y en 1998 su “pequeña esquina del Universo Marvel”, Marvel Knights, fue lanzada. Este imprint de la Casa de las Ideas tenía como objetivo (en palabras del propio Quesada) “…permitir a la gente de Event Comics proporcionar un ‘aire nuevo’ a personajes establecidos.” Y es de aquí, estoy seguro, de donde Jemas se ‘inspiró’ para crear la línea Ultimate. Pero antes de adentrarnos en los títulos Ultimates debo referirme a los procesos históricos que llevaron a Quesada a convertirse, al igual que el archiduque Fernando, en el catalizador de fuerzas irrefrenables.

Burning down the house
El fin del pasado milenio encontró a Marvel en el punto más bajo de su existencia y prácticamente en la banca rota tras el boom ‘artificioso’ que experimentaron los cómics de superhéroes a principios de la década de los 1990s gracias principalmente a tres factores que podríamos resumir en: la irrupción de Image, el acaparamiento por parte de los especuladores, y las estrategias de mercadotecnia de las editoriales con ‘gimmicks’ o artilugios tales como portadas múltiples para un mismo ejemplar.

El escenario comenzó a mejorar para la Casa de las Ideas cuando en 1996 fue adquirida por Toy Biz (que en los últimos años ha lanzado al mercado excelentes productos como las figuras de Marvel Legends dentro de la cual destaca la Galactus Series). Los nuevos dueños, Isaac Perlmutte y Avi Arad, decidieron que la mejor forma de obtener ganancias de la alicaída Casa de las Ideas era concentrarse en las adaptaciones fílmicas de sus títulos y licenciar sus personajes para diversos productos, lo que significó que los cómics en sí quedaran por un tiempo en segundo plano. A fines de los 1990s, la única innovación implementada por Bob Harras (Editor en Jefe) desde que Ron Perelman vendiera su compañía fue la de licenciar Event Comics de Joe Quesada con el objetivo de crear Marvel Knights, que además de las razones expuestas anteriormente por el propio Joe, pretendía ponía énfasis en historias más ‘adultas’ que las halladas en el universo normal.

Para su línea Quesada contrató a los mejores escritores y artistas que pudo hallar (gente como Kevin Smith, Grant Morrison, Garth Ennis, Brian Michael Bendis y Mark Millar) edificándose así una excelente reputación que fue mantenida, sin embargo, a distancia de los títulos tradicionales. Entonces en febrero del 2000 la compañía contrató a Bill Jemas para ocupar el cargo de Presidente de Publicaciones y Nuevos Medios. Cómo hemos dicho al principio (no está de más recordarlo), Jemas despidió a Harras cinco meses después y otorgó el cargo de Editor en Jefe a Quesada.

El binomio Jemas-Quesada desechó la anquilosada y conservadora fórmula de Marvel en pos de “experimentos conducidos bajo la sombra del puño de hierro de la realidad del mercado” (Dirk Deppey, The Comics Journal #262). Una de sus más audaces decisiones fue deshacerse del Comics Code Authority (CCA), ente autorregulador creado por las editoriales agrupadas en la Comic Magazine Association of America (CMAA) para frenar la cacería de brujas impulsada por el infame Dr. Fredric Wertham y su libro La seducción del inocente (1954). Cuando la CCA rechazó un número de la remozada X-Force, Quesada lo publicó sin el código tal y como el clásico Amazing Spider-Man #96 (1971) de Stan Lee y Gil Kane. Luego de esto Jemas y Quesada decidieron eliminar por completo el código de la CCA por un sistema propio inspirado en la calificación de las películas, All Ages, MarvelPG, MarvelPG+ y MAX Comics.

Más allá de contar historias sin la presión de la CCA, el principal objetivo de Jemas y Quesada era el de conservar a los fanboys (esos que Morrison en su manifiesto aseguraba consumirían cualquier cosa que involucrara a sus personajes no importase lo que fuera) al mismo tiempo que atraían a las nuevas audiencias de Buffy, Matrix y la propia película de Bryan Singer. En este sentido el imprint Marvel Knights continuó siendo apoyado y promocionado hasta convertirse en la pauta bajo la cual se conformaría la línea Ultimate cuyo principal objetivo era hacer más accesible el vasto panteón de personajes marvelianos al eliminar más de tres décadas de continuidad lo que otorgaba a los autores una libertad creativa sin precedentes (a excepción de los What If?) para desarrollar sus historias, reformular viejos personajes y adaptar arcos argumentales pasados teniendo en cuenta las expectativas de los ‘nuevos’ lectores.

Mención aparte merece la política de ‘no smoking’ de la dupla Jemas-Quesada, que básicamente se traduce en que ‘ningún personaje con los cuales los chicos se puedan identificar fumará”(sic). ¿Alguien ha vuelto a ver a Wolverine fumando alguno de sus habanos desde que llegó Quesada a la jefatura? Es más, Bucky en la línea Ultimate es reprendido por el Capitán América por fumar y termina con cáncer. Supongo que Jemas y Quesada también decidieron que su campaña anti-tabaco se extendiera a gente como el Dr. Doom o Venom, ya que esto sería discriminatorio para todas las buenas personas que poseen dicho hábito (u adicción) y han decidido voluntariamente envenenarse (sí, yo tampoco fumo pero estoy en contra de satanizar a quienes lo hacen). No debemos olvidar también que fueron Jemas, Quesada y Mike Marts (editor de Wolverine), quienes decidieron el nombre verdadero del mutante de las garras de adamantium, (en menos de 15 minutos de acuerdo a la Wizard).

Regresando a Ultimate, la obvia pregunta que cabe formularse es cómo lograría Marvel evitar con su nueva línea los problemas suscitados por la enmarañada y confusa continuidad de los títulos principales (o core titles como les llaman). ¿La respuesta de Quesada?: simplificando. De acuerdo a Joe la línea Ultimate puede ser abordada de muchas maneras, ya sea como un universo separado, o historias simples sobre los arquetipos que encarnan los personajes sin el peso de la continuidad. El propósito básico es el contar buenas historias de Spider-Man o los X-Men sin la necesidad de todo el bagaje que se requiere si se es un lector nuevo.

Claro que era cosa de tiempo para que la línea Ultimate adquiera las proporciones tlönianas de la colección principal y eso ya está a la vista cinco años más tarde, pero si le preguntan a Quesada él les contestará que los títulos Ultimates, al menos, están ‘libres’ de resurrecciones de personajes muertos (léase Coloso) y conflictos e incógnitas arrastradas por años que siguen sin ser resueltos (como la tormentosa relación de Rouge y Gambit o la existencia de ese probable ‘tercer’ hermano Summers). Hasta el momento, por lo menos, Bestia sigue muerto en Ultimate X-Men, pero dada las pobres justificaciones que dio Quesada en relación al regreso de Coloso (cortesía de Josh ‘Buffy’ Whedon) no se sorprendan si reaparece eventualmente.

La implementación de la línea Ultimate puede haber parecido otro intento por obtener beneficios económicos por medio de estrategias reñidas con el respeto que se le debe a los lectores, tal y como ocurrió a comienzos de los 1990s, y de hecho esa fue la interpretación que le di a todas las estrategias implementadas por Jemas y Quesada, razón por la cual, no renové ninguna de mis suscripciones (pese a que continuaron llegándome cómics hasta seis meses después, gracias Marvel).

El monomito y yo
Paradójicamente, lo que debió ser un sueño hecho realidad, el arribo de Grant Morrison a X-Men, fue determinante en mi decisión de abandonar la lectura de los nuevos títulos-X. Sin haber leído y visto más que los previews de New X-Men mi impresión fue que Morrison no tenía respeto alguno por los personajes y lo que es más, no le interesaban sino como vehículos para elaborar sus excéntricas ideas. Esto fue lo que escribí en el Calabozo del Androide #01 (julio de 2003) “¿Qué es lo que hace (Morrison) apenas llegado al universo Marvel?, pues destruir Genosha borrando de paso a Magneto. ¿Y como logra esto? Pues con una nueva generación de centinelas, algo que como bien señala Pedro Angosto Muñoz, solamente podría ser propuesto por alguien que no haya leído las quince ‘nuevas generaciones de centinelas’ que ha habido últimamente. En efecto, Morrison actúa como si los últimos diez años de publicaciones X no existieran y somete a nuestros queridos personajes a las mismas temáticas que funcionaban muy bien en The Doom Patrol o The Invisibles, pero que son francamente ridículas en los X-Men; la obsesión con el travestismo y el hermafroditismo, por ejemplo, que lo lleva a cambiar a Cerebro por ‘Cerebra’ y a dotar a Xavier de una ‘malvada hermana gemela’ tan calva como él.”

Un lector de esos denominados ‘fieles’, que lleva quince o más años siguiendo las aventuras de lo X-Men, por ejemplo, puede soportar que ciertos arcos argumentales se vayan al cuerno cada vez que un nuevo equipo de guionistas y dibujantes se hace cargo de un título, es parte de la mecánica de los cómics, pero dicho lector puede reaccionar no muy positivamente (como fue mi caso) si éste equipo comienza desde cero a contarte de forma ‘actualizada’ los orígenes y motivaciones de personajes que uno tan bien conoce y hasta a llegado a querer. ¿Resultado?: desde aquel momento no me interesé más en los cómics de los X-Men hasta enterarme, a fines del 2003, que Magneto no había muerto (¡ingenuo yo!) y que, además, había estado todo el tiempo dentro de la escuela de Xavier disfrazado como un mutante chino de nombre Xorn. ¡Maldito Morrison!, ¡había logrado engañarme! Se reactivó mi interés en los X-Men y me apresuré en conseguir todo el material de Morrison e incluso los Ultimates-X de Millar. ¡Era verdad!, ¡el maestro del Magnetismo había regresado! Pero no por mucho tiempo ya que Morrison se encargaría de matarlo de una forma que a nadie le cupiera duda alguna que su resurrección sería imposible porque, Mutante o no, ¿quién podría sobrevivir a una decapitación mediante garras de adamantium? Así que Magneto muere la ‘muerte verdadera’ como dicen en la Saga de Hyperion de Dan Simmons, pero no se engañen, ya que ese no era el verdadero Magneto, el ‘real’ estaba muy tranquilo cultivando el bajo perfil mientras se bebía un café en la destruida Genosha, como nos revela en Excalibur #1 Chris Claremont, quien aparentemente no leyó nada de lo que Morrison hizo con ’sus’ mutantes.

Pero, ¿saben qué? A estas alturas ya no me importaba nada de esto tras haberme sometido a tres lecturas obligatorias para quien se interese por el género de los superhéroes, me refiero a The Hero with the Thousand Faces (1949) de Joseph Campbell, Superheroes: a Modern Mythology de Richard Reynolds y How to Read Superhero Comics and Why (2002) de Geoff Klock.

Hay ocasiones en que hemos internalizado las cosas de tal manera que hace falta que otro nos diga que la solución a un conflicto cualquiera ha estado en nuestras manos todo el tiempo. Ocurre que desde muy pequeño y debido a la ascendencia griega de mi familia por el lado paterno tuve una relación muy cercana con la mitología helénica la cual leí y estudié profusamente hasta bien entrada la adolescencia. Mi interés real por los cómics y su lectura sistemática se inició en 1993 coincidiendo con mi incorporación al mundo universitario, pero no fue sino hasta diez años más tarde y tras haber abandonado la lectura de cómics de superhéroes que entendí (pese a que lo había leído mil veces) que estos eran la ‘nueva mitología’ de nuestros tiempos, y como mito podía soportar un sin número de interpretaciones, reinvenciones y hasta inconsistencias, todas las cuales enriquecen el cuerpo de obra que estructura los mitos, una estructura de naturaleza metástasica por cierto.

Esto ya lo he dicho mil veces antes, los lectores antiguos del Calabozo del Androide pueden saltárselo:

Joseph Campbell en The Hero With a Thousand Faces propone la existencia de un patrón monomítico, algo así como un círculo compuesto por una serie de eventos que reunidos forman la base de todas las estructuras mitológicas. Como diría Pedro Angosto Muñoz: “No sólo los superhéroes provienen de las mitologías antiguas (y los supergrupos de las Ordenes de Caballería y las asambleas de héroes tipo ‘Argonautas’, claro) sino que, en su constante búsqueda de aventuras se han unido a ellas, ya desde que en la década de 1940 Billy Batson obtuviera al grito de ¡Shazam! los poderes del Capitán Marvel (que a su vez provenían de Salomón, Hércules, Aquiles, Zeus, Atlas y Mercurio). La amazona Wonder Woman o posteriormente Thor o Hércules en Marvel son los mejores ejemplos de esta consanguinidad.”

El mito es una forma de conocimiento que abarca distintos aspectos del saber humano. Si bien es una narración, no es una forma literaria en el estricto sentido de la palabra. El mito se compone de una sucesión de acontecimientos que articulan una amplia red de variantes (cómo ocurre en los cómics de superhéroes) y es siempre es un re-relatar como ocurre en la línea Ultimate. Tal y como menciona Julián Rovira Cortés: “Basta comparar la versión que Esquilo ofrece de su Prometeo encadenado con la que diera Hesíodo en la Teogonía y en sus Trabajos y días para advertir cómo dos grandes autores pueden recontar un mismo mito con variantes sustantivas, debidas no sólo a la personalidad poética de uno u otro, sino a la consideración ideológica y a la interpretación que les imponen los tiempos y públicos a quienes se dirigen.” Si un mito es lo suficientemente poderoso en su organización esencial (tal y como afirma el estructuralismo de Lévi-Strauss) su forma puede ser alterada sin que arriesgue perder su sentido básico.

Los cómics son otro producto más de entretención, eso está claro, hechos para ser consumidos y olvidados rápidamente (no hablamos de las llamadas novelas gráficas aquí) ya que hasta el fanboy más acérrimo tendrá problemas al recordar que sucedió en el nº de abril de 1978 en Uncanny X-Men, por ejemplo, pero también es cierto que como toda obra humana uno puede acercarse a ellos como mejor le parezca. En mi caso, y aunque para la mayoría de mis conocidos no debería estar perdiendo el tiempo con ‘tonterías’ tales como los cómics, soy muy exigente en lo que a mis lecturas respecta y lo que en un principio hacía por mero entretenimiento, ahora lo hago conciente de la relevancia mitológica que tiene este sub-género del Noveno Arte tan vapuleado por gran parte de los ‘intelectuales de alto vuelo’, vean sino lo que Ignacio Vidal-Folch y Ramón de España escriben al respecto en su Canon de los Comics, una guía a la manera del polémico ensayo del crítico Harold Bloom El Canon Occidental.

Los títulos Ultimate (finalmente)
La línea Ultimate partió a principios del nuevo milenio con Ultimate Spider-Man #1 (fecha de portada: octubre 2000) al cual le siguió Ultimate X-Men (febrero 2001) y The Ultimates (enero 2002). La nueva apuesta de Quesada y compañía resultó exitosa y pronto el mercado comenzó a demandar más títulos, pero sabiamente Joe contuvo las ansias de dinero ‘fácil’ para así no repetir los errores de mediados de los 1990s inundando el mercado. Por fin alguien en la Casa de las Ideas entendió el viejo adagio “pan para hoy, hambre para mañana”.

Entrevistado por Patrick Keller para la CBR, Quesada explicó sus criterios editoriales poco después de lanzados los dos primeros títulos: “…tenemos dos proyectos Ultimate en carpeta. Mi filosofía tras Ultimate es la misma que con Marvel Knights. Solía recibir cartas de fans enfurecidos porque Daredevil no salía a tiempo. Decían ‘están recolectando el dinero de Marvel sin entregarnos los cómics.’ Muy al contrario: nunca se nos pagó hasta que los cómics estaban listos. Por lo que, en teoría, podríamos haber puesto en el mercado 20 títulos si hubiésemos querido y haber profitado muy bien de Marvel ya que nos pagaban por producto entregado. Pero mantuvimos la línea cohesionada y pequeña para que así fuese manejable y lográramos mantener una alta calidad. Marvel, cinco años atrás, hubiese dicho. ‘¡Oh!, Ultimate Spider-Man ha sido un éxito, Ultimate X-Men será un éxito también. ¡Grandioso! Planifiquemos 10 Ultimates para el próximo año.’ Y ese no es el caso. Lo que estamos diciendo es “¿Qué necesita el tratamiento Ultimate y porqué?”

Recordemos que, además de eliminar décadas de molesta continuidad y empezar ‘frescos’, la línea Ultimate originalmente pretendía devolver a los personajes que originalmente eran adolescentes, a dicha edad, captando de esta forma a las generaciones jóvenes que no habían visto, por ejemplo, a Peter Parker crecer de un estudiante tímido a profesor universitario casado, con el cual se puede identificar un lector ‘maduro’ (contradictoria palabra) como yo.

Para dar un ejemplo aún más exacto, recurramos a Quesada de nuevo y sus declaraciones en la CBR: “me pidieron realizar una versión Ultimate de Daredevil. Pero me negué, porque Daredevil no funciona como adolescente y no es un personaje al cual los lectores no puedan acceder en cualquier momento so pena de confundirse en la continuidad. Pero si por ejemplo, nos enteráramos que una película de Daredevil está a punto de filmarse el próximo año, probablemente consideraríamos la posibilidad de hacer un cómic Ultimate de Daredevil, ya que de seguro habrá discrepancias entre la versión de la película y la del cómic. Así que hacemos un Ultimate DD más cercano a la película para quien la disfrute y quiera leer más de lo mismo.”

No, Quesada no posee dones de clarividencia sino que sabía muy bien sobre la película de Daredevil que efectivamente se estrenó al año siguiente con un competente Ben Affleck en el rol de DD, una poco atractiva Jennifer Garner como Elektra y un sobreactuado y psicótico Colin Farrell como Bullseye (todo bajo la dirección y pluma de Mark Steven Jonson). Lo que el bueno de Joe estaba haciendo era justificarse antes de tiempo, todo cargo ejecutivo como el de Editor en Jefe requiere de grandes cuotas de cinismo e hipocresía y el otrora dibujante no era una excepción a la regla. Y fue así como a fines del 2002 fue lanzada la miniserie de cuatro tomos Ultimate Daredevil & Elektra y aunque las versiones Ultimate de los personajes ya habían debutado en Ultimate Marvel Team-Up y Ultimate Spider-Man Super Special #1, esta miniserie estaba situada en la época en que Matt Murdock y Elektra Natchios eran estudiantes universitarios (Adultos jóvenes y no adolescentes, remarcaría Quesada para refutar nuestras acusaciones de inconsecuencia).

En cuanto a los títulos Ultimate, los iremos revisando uno a uno a partir de la próxima edición del Calabozo del Androide, aunque desde ya pueden leer los artículos que tanto Luis Saavedra como quien escribe publicaron en este e-zine, busquen ustedes mismos los números, no sean holgazanes.

Publicado originalmente en Calabozo del Androide nº 25 / Sept., 2005

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